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EDYTORIALES / ‘Red Flags’ y Reacomodo del HUB del Huachicol en Altamira

Edy Pintor

Tras la filtración sobre el HUB del Huachicol en Altamira, las reacciones de los operadores claves no se hicieron esperar.

Armando Martínez Manríquez y Ricardo Morales Guadarrama, al percibir señales de alerta (red flags), activaron un protocolo de discreción que evidencia no solo el nerviosismo interno ante una posible exposición, sino también una capacidad de reconfiguración operativa rápida, señal de una estructura que lleva tiempo funcionando con impunidad y protección.

1. Reconfiguración del centro de operaciones

El cambio de sede del cónclave donde se celebraban reuniones y acuerdos estratégicos marca un punto crítico. El restaurante, que fungía como punto de encuentro semiabierto —probablemente seleccionado por su discreción, acceso y cercanía logística al puerto— ha dejado de ser útil. Este tipo de movimientos es característico de organizaciones que sienten el calor de la vigilancia, ya sea institucional o mediática.

La migración del centro de mando probablemente ahora se da en un espacio más controlado, incluso privado, posiblemente vinculado a propiedades ligadas a terceros sin conexión aparente con la estructura operativa.

2. Blindaje de información: una orden desde lo más alto.

Armando Martínez Manríquez, como operador del esquema portuario, parece tener claro que el daño colateral puede escalar si se vincula directamente a su padrino político: Erasmo González Robledo. La instrucción de blindar información, evitar filtraciones o la posibilidad de que se construya una narrativa que escale hacia niveles federales, indica la existencia de una red de lealtades profundas y riesgosas.

La protección de Erasmo no es casual. Su cercanía con Mario Delgado, Andy López Beltrán y la administración pasada de López Obrador lo convierte en un eslabón clave para mantener intactos los vínculos políticos que dieron viabilidad al tinglado.

Me explico, no sólo se protege un operador político, se está salvaguardando la legitimidad de una línea de financiamiento político electoral y, posiblemente, acuerdos con actores en activo dentro del aparato federal.

3. Riesgo de exposición mayor: ¿hasta dónde llega el hilo?

El hecho de que Erasmo González, hacedor del mal logrado Rey del Huachicol, sea actualmente presidente municipal y vecino directo en Ciudad Madero refuerza el concepto de “red de protección territorial”. No se trata de una operación alejada de los centros de poder local, sino todo lo contrario: está anclada en la política regional, con raíces que llegan a los cimientos del aparato gubernamental y si la estructura llega a ser expuesta públicamente, no se estaría solo ante un escándalo de huachicol, sino ante una red de complicidades que podrían conectar el crimen económico con el financiamiento político y la corrupción institucional con grupos TERRORISTAS.

4. Implicaciones para el sistema portuario.

El movimiento del centro de operaciones también podría significar ajustes en el flujo del huachicol, redireccionamientos de rutas o incluso alianzas con nuevos actores. Si el puerto de Altamira comienza a ser “tóxico” o demasiado visible, podrían migrar parte del flujo a zonas menos vigiladas del Golfo, lo que complicaría aún más los intentos de rastreo, sin embargo, el control portuario sigue siendo vital para la operación, por lo que la estructura no puede simplemente desaparecer: se adapta.

La conclusión es la siguiente: lo que estamos viendo es un proceso clásico de encubrimiento estructural. No se trata sólo de mover fichas, sino de preservar el sistema, proteger a los verdaderos beneficiarios y evitar que la narrativa pública o judicial llegue a tocar a los actores con peso político y la pregunta ahora no es si hay huachicol en Altamira, sino quién está dispuesto a caer para que los de arriba no lo hagan.

Armando Martínez Manríquez o Erasmo González Robledo?…

…los dos están enmierdados.

Que les sea leve…

 

 
 
 

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